PAGO DE LOS CAPELLANES EL NOGAL
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SOBRE PAGO DE LOS CAPELLANES
En el siglo XV, los capellanes de Pedrosa de Duero, en la Ribera burgalesa, obtuvieron varias viñas en pago por diezmos, misas y oraciones. Aquella propiedad se convirtió con el tiempo en uno de los “pagos” más reconocidos del pueblo. Una auténtica joya de la viticultura local, que los vecinos bautizaron con un nombre directamente relacionado con su origen.Tras las desamortizaciones del XIX, el afamado viñedo de los capellanes de Pedrosa se repartió entre varias familias de la localidad. Décadas más tarde encontramos a un modesto labrador, Doroteo Rodero, cuidando algunos de aquellos majuelos. En su faceta de practicante del médico, Doroteo fue alguien muy querido en el pueblo. Se cuenta que tras pasar el día en la viña visitaba a sus pacientes, a los que dedicaba todos los cuidados y atenciones.Criado entre cepas de tinto fino, el hijo de Doroteo Rodero, Paco, recuperó el viñedo familiar en Pedrosa y junto a su mujer, Conchita Villa, empezó a ampliar la propiedad. Fueron de los primeros viticultores de la Denominación de Origen Ribera del Duero y en 1996 fundaron la bodega al pie de las viñas.
Más tarde se incorporó a Pago de los Capellanes la tercera generación, en la persona de Estefanía Rodero Villa, hija de Paco y Conchita. Con ella se asegura la continuidad familiar de la bodega y de los proyectos que nos han llevado a otras zonas y paisajes.En 2014, hicimos realidad la ilusión por elaborar vinos blancos que siguieran la misma filosofía que los tintos de Pago de los Capellanes: intensidad, carácter, complejidad y aptitudes para una larga guarda. Estas virtudes nos esperaban a más de 300 kilómetros al oeste, en la pequeña y tradicional zona de Valdeorras, en Galicia. Así es como nació O Luar do Sil, la segunda bodega de la familia.En el límite sur de la Ribera del Duero, recorremos nuevos caminos por las laderas de Fuentenebro. Sus viñas, plantadas en la tierra roja a una altura de 1.000 metros, muestran una identidad fresca, viva y sutil. Con ellas empezamos a escribir capítulos de futuro en nuestra historia familiar.
Una ladera de tinto fino en el pueblo de Mambrilla, a poca distancia de la bodega. Las vistas abiertas al Duero, el viento agitando el ramaje airoso del gran nogal que guarda la viña. El lugar tiene don. Sus suelos de arena y piedra, la sensación de armonía, un microclima particular: todo parece ensalzar el talento del entorno.
Desde hace unos años, vinificamos las sugestivas uvas de esta parcela para elaborar un vino de un encanto sin fin. Arrollador, poderoso, exquisito. De una fuerza que vivifica.
PROCEDENCIA
Procede de la parcela El Nogal,en Mambrilla de Castrejón.
VITICULTURA
Vides de tempranillo cultivadas a 850 metros de altitud, en suelos franco-arenosos, pedregosos y de fertilidad muy pobre.
CRIANZA
22 meses en barricas de madera roble francés de 225 litros, de grano extra-fino y tostado medio.
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